Se prepara para este viernes subir al escenario del Coca Cola Music Hall, donde aguarda por un manjar en el que artista y público se fusionan
Para el músico y cantante venezolano Oscar D’ León, su relación de amor con la música nació desde que era un niño. Cuando más adelante vio que su rumbo profesional se encaminaría por esa vertiente, con celo cuidó y evitó muchos de los pormenores naturales del ámbito musical.
A esto le atribuye en gran manera el que se haya mantenido vigente a lo largo de su trayectoria musical de 52 años, durante los cuales se ha valido de denominaciones, tales como “El Faraón de la Salsa” y el “Sonero del Mundo”.
“Lo que yo he sentido desde niño es eso, la música. No solamente quise cuidar lo que ha sido mi carrera, sino que es una cosa que la siento muchísimo. Yo siento mucho que amo lo que hago, lo desempeño con honestidad y siempre quiero hacer música”, dijo en entrevista con El Nuevo Día.
El cantante nacido en Caracas, compara regresar a Puerto Rico con una experiencia de aprendizaje, pues asegura que es esta tierra en donde se gestan los movimientos nuevos, por lo que agradece a Dios estar en el entorno puertorriqueño, donde conserva relación con amigos y colegas, entre ellos: Bobby Valentín, Julio Rosario, Gilberto Santa Rosa y Maelo Ruiz, a quien considera como un hijo. “Es un pan ese muchacho. Que Dios me lo bendiga donde quiera que esté”.
“Los últimos eventos a los que he venido, que es muy largo entre uno y el otro, fue al Día Nacional de la Zalsa en el 2022, pero ahora vengo en unitario”, dijo en referencia al concierto que presentará con su orquesta este viernes, 15 de septiembre, a las 8:30 de la noche en el Cocal Cola Music Hall, como parte de su gira musical en Europa y Latinoamérica.
Mientras presume de poseer un repertorio de cientos de canciones, el artista también conocido como “La Leyenda del Bajo y la Salsa”, anticipa que el público lo que puede esperar es movimiento y un banquete musical muy variado durante la velada, con temas que van desde ranchera y tango, hasta música venezolana y puertorriqueña.
“Cuando estoy en la tarima, eso para mí es un manjar, porque ahí no hay artista y público, todos estamos fusionados. En mi orquesta es una alegría constante, es una familia y todo lo hacemos para disfrutar”, aguarda ilusionado por ese momento, mientras no pierde oportunidad para entonar a viva voz algún verso en medio de la conversación.
“Yo trato siempre de que mis cosas, que me secundan y que dirijo, tengan siempre un movimiento atractivo para el público. Si hay algún detalle que le falte, lo agrego. No sé si los demás artistas lo hacen, pero yo en el ‘sound check’ ya yo hago un show porque eso sirve para que la gente, la poquita gente que esté ahí, lleva el comentario, de lo que va a suceder después”, explicó en cuanto a la expectativa que se crea, previo a la gran noche del concierto.
De igual modo, indica que ante los viajes constantes que realizan, siempre trata de reservar un espacio para ensayar, una práctica que disfruta a cabalidad, al igual que los miembros de su orquesta, quienes le acompañan a interpretar grandes éxitos, tales como: “Llorarás”, “Bravo de verdad”, “Yo quisiera”, “Mis hijos”, “Divina niña”, “Juancito trucupey”, “El frutero”, “Parampampam”, “La vela”, “Taboga” y “Dolor cobarde”, entre muchos otros.
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